Uno de los mayores inconvenientes que nos hemos encontrado en el pasado reciente tanto los desarrolladores como los usuarios de dispositivos informáticos (tanto móviles como sobremesas, portátiles, etc...) ha sido la heterogeneidad de sistemas y la dificultad de interconectarlos.
El auge reciente de Android en dispositivos móviles es algo a priori bastante interesante para ambos colectivos (desarrolladores y usuarios), ya que se está convirtiendo en un estándar de facto basado en software libre (en 2012 alcanzó una cuota de mercado de casi el 70%), por lo que podemos centrarnos en una plataforma libre y muy extendida para realizar nuestros desarrollos.
Otro de los estándares que se está imponiendo es el conector micro-USB para la carga y transferencia de datos en dispositivos móviles, lo que posibilita no tener que llevar encima 10 cargadores cuando sales de viaje.
Si Android sigue evolucionando y no pierde fuelle (recordemos casos como Symbian o el propio iOS de Apple) podemos utilizar la versión correspondiente de Android SDK para desarrollar aplicaciones que tendrán una amplia cuota de mercado. Parece que el hardware no va a ser un problema en cuanto a potencia de cálculo (aunque la duración de la batería debe mejorar sensiblemente en un futuro si queremos aprovechar verdaderamente las posibilidades de un Smartphone o Tablet).
También parece que HTML5 está creciendo rápidamente y es capaz de correr en multitud de plataformas, por lo que aumentaría aún más el alcance de nuestro software.
Extrapolando la evolución reciente de este tipo de dispositivos podemos aventurar que dentro de poco contaremos con la extensión de los cargadores inalámbricos con un amplio radio de acción (lo que nos evitará en cierto modo la gran dependencia de enchufarlo a la red) y redes de comunicaciones cada vez más rápidas capaces de establecer un flujo de datos considerable para aplicaciones en tiempo real (realidad aumentada, videoconferencia o streaming de alta calidad...)
Lo que parece claro es que vamos definiendo una serie de tamaños de pantalla estándar para los dispositivos. Actualmente podemos encontrar esos tamaños en tres gamas: 4, 7 y 10 pulgadas. Un Smartphone de más de 4 pulgadas resulta incómodo (al no poder manejarlo únicamente con una mano). Y el mercado de tablets parece centrarse en 7 y 10 pulgadas. Podemos esperar en un futuro cercano las pantallas flexibles oled que podamos llevar enrolladas o plegadas, o incluso pantallas proyectadas en cualquier superficie con interfaces táctiles como los actuales (aunque poco frecuentes) teclados láser.
Como desarrolladores seguiremos centrados en GUIs táctiles o de detección de movimiento en pantallas físicas o proyectadas (posiblemente interfaces en 3 dimensiones que detecten los movimientos de manos y ojos) o la gestión cada vez más frecuente de órdenes verbales (actualmente encontramos Siri en iOS o los equivalentes en Android como Sherpa).
En cualquier caso como desarrollador prefiero la extensión de un sistema libre como Android que tener que volver al desarrollo paralelo en varios sistemas (seguro que muchos recordáis el diseño web de finales de los 90 cuando había que programar en función del navegador que accediese a nuestro sitio). Esto nos permitiría un mayor dominio de una sola plataforma (en este caso el SDK de Android o HTML5) y exprimirla al máximo.
De todos modos no debemos subestimar la capacidad de crecimiento de los grandes gigantes de la industria de software propietario (sobre todo la capacidad de innovación de Apple, a ver cómo se desarrollan en un futuro sin Jobs). Hemos visto vuelcos espectaculares en la cuota de mercado de sistemas operativos para móviles y navegadores web, no debemos descartar vuelcos similares en el futuro que releguen a Android a un papel secundario (aunque esperemos que persista el modelo de negocio como el resto de Google).